Un globo terráqueo, una banda sonora y tu recuerdo

Ayer me acordé de ti. Fue de repente; apareciste tú y aquel globo terráqueo con el que jugábamos, de vez en cuando, a ser felices para siempre. Es un recuerdo con música francesa de fondo y con un color al estilo de Amelie. Los colores fotográficos de este filme siempre describieron bien nuestros momentos, o eso  decías siempre.

Ayer me acordé de ti, como siempre pasa cuando estoy sola. Pensé en ti y comencé a preguntarme si tu vida aún tendría esos tintes de color o si habrían cambiado. Me pregunté, mientras recordaba cómo giraba el globo, si aún sonreirías de esa manera tan única y si aún serías igual de irónico.

Filipinas. Ahí fue donde nuestros dedos fueron a parar. Y fue entonces cuando me di cuenta de que yo quería seguir jugando contigo porque en ese momento escuché por primera vez nuestra banda sonora francesa y los tintes de colores de nuestra historia se hicieron palpables en el ambiente.

Ese era nuestro destino y ahora quizás los enanitos de Amelie hagan el viaje por nosotros y nos envíen mil postales haciéndonos enloquecer de envidia o de remordimientos, quién sabe. Era el destino donde íbamos a seguir jugando a ser felices para siempre, pero se agotó el tiempo de juego. No supimos hacerlo, o lo hicimos lo mejor que supimos, no importa; ahora ya no importa porque la realidad es que no pudimos continuar, o no quisimos. La realidad es que hoy te recuerdo y no te tengo. Te recuerdo porque eres pasado y ahora te has convertido en un grupo de imágenes que cuando estoy sola aparecen sin previo aviso. Pero no es triste; no eres un recuerdo triste, eres bonito. No me duele recordarte, no eres amargo, eres esa banda sonora francesa y mi película particular de Amelie. Y solo por eso merece la pena que te pases por mi mente de vez en cuando.

Hasta el próximo café juntos que siempre dijimos que haríamos aunque ya se hubiera agotado nuestro tiempo de juego. Nos vemos pronto, amigo.

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